Hoy vamos a hablar un poco sobre lo que implica la tecnología educativa. En este caso, hablamos de cuestiones como, ¿qué valor le damos los docentes al uso de la tecnología educativa? ¿Qué tanto utilizamos la tecnología educativa? ¿Estamos explotando las virtudes de la tecnología educativa? Estas cuestiones habrá que responderlas en base a una autoevaluación personal de nuestro quehacer educativo.
Ahora bien, aplicar la tecnología educativa en el aula, implica cambiar nuestras concepciones que tenemos sobre enseñar y aprender; implica tener una mente abierta hacia el aprovechamiento de todos lo recursos disponibles a nuestro alrededor, así como de apropiarnos y poner en practica muchas de las teorías educativas orientadas a dinamizar y fortalecer el proceso educativo. La tecnología educativa, y resalto esto de manera especial, no es sinónimo de equipos electrónicos (computadora, tablet, celulares inteligentes, etc.), estos son un recurso que hoy en día, dado el impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), están jugando un papel muy importante en nuestra sociedad, en nuestro sistema educativo y en nuestros niños y adolescentes.
La tecnología educativa es un proceso continuo de aprender a desaprender y de volver a aprender. Esto nos lleva a realizar un planificación más detallada de nuestras actividades. Y no me refiero a la planificación diaria de las clases, si no al acto de ordenar lo que poseemos en nuestras mentes con aquello que está a nuestro alcance. Apropiarnos de la tecnología educativa es entender que debemos de adaptar nuestras formas de enseñar de acuerdo a la realidad en la que estamos actualmente y de cambiar nuestros paradigmas tradicionales, rescatando de estos, los puntos fuertes que nos ayudarán a mejorar y fortalecer nuestra laboral docente.